Nuestra primera entrada del blog la queremos dedicar a los niños, puesto que valoramos la importancia de un buen desarrollo en todos sus ámbitos, específicamente en el régimen de visitas cuando se produce un divorcio entre los progenitores.

No debemos olvidar que las relaciones de los progenitores no deben influir en el crecimiento y aprendizaje del menor, por ello os ofrecemos una serie de consecuencias que puede sobrellevar una situación de régimen de visitas irregular y una mala comunicación entre los padres.

Una situación inestable en el círculo familiar genera desequilibrios en el desarrollo de las emociones, tanto en su emocionalidad como en su afectividad.

La ambivalencia en los estilos educativos y de la expresión de emociones provoca confusión en cuanto a que en futuro próximo, el menor no corresponda emocionalmente de forma adecuada a las diferentes situaciones que se le presenten, provocando un desajuste en las relaciones y por lo tanto, una inhibición social por no estar adaptado de forma positiva.

Este desajuste puede manifestarse a través de la ansiedad al no tener una rutina interiorizada. A su vez, la inseguridad ante la incertidumbre de la situación genera dependencia, necesidad de apoyo y afecto desmesurada. Esta dependencia condiciona su desarrollo psicoevolutivo y al confrontarla con el inestable régimen de visitas propicia conductas de llantos, miedos, necesidad de contacto físico con un progenitor, problemas de sueño, etc.

En cuanto al desarrollo personal, la situación de régimen de visitas inestable puede provocar en el menor conflicto en el desarrollo de la personalidad, cuando una autoestima limitada producto del sentimiento de culpa, al no comprender la situación de ruptura de los progenitores y el conflicto entre los mismos, teniendo la percepción de que podría haber propiciado dicha situación. Por este motivo, es imprescindible tener una estabilidad y una comunicación entre progenitores cordial.

Dicha autoestima limitada, se relaciona con el desarrollo de la asertividad, no siendo capaz de relacionarse de forma positiva con el entorno, pudiendo crear conflictos con su grupo de iguales o dejándose influenciar por la presión de grupo, queriendo agradar a los mismos para sentirse parte del grupo.

La valoración desajustada de sí mismo, le llevaría a expulsar la tensión vivida y la frustración a través de autodesprecio, castigos, sentimientos de tristeza o reacciones de somatización, provocándole problemas de salud.

Todo esto, afecta al desarrollo social del menor, puesto que la autoestima negativa y la no capacidad asertiva sobrellevar futuros problemas en la adolescencia, teniendo actitud agresiva hacia el entorno, consiguiendo con esto una elevación de dicha autoestima.

Por todo esto, es fundamental la comunicación bidireccional y la relación cordial entre progenitores, puesto que si no se da podría generar una confusión y un rechazo a las normas sociales propiciada por un estilo educativo diferente.

No debemos olvidar que los niños son personas vulnerables y en continuo desarrollo psicoevolutivo, por lo que la estabilidad y la implicación de los progenitores es la base de un desarrollo personal, educativo y social óptimo. Para cualquier duda no dudéis en consultarnos.