El pasado viernes, conocíamos la sentencia del caso de El pequeño Nicolás y la valoración psicológica y psiquiátrica, que se le ha realizado. En el informe pericial, se expone que Nicolás, presenta inmadurez emocional y rasgos de personalidad narcisistas. Si bien, se considera que estos rasgos, han generado una afectación de carácter moderado en sus capacidades cognitivas y de voluntad.

Esto quiere decir que, El pequeño Nicolás, no era del todo consciente de los comportamientos que realizaba y por los que se le imputaba, y que su capacidad de hacer estaba mermada. La presencia de ese trastorno hace que la persona, se comporte, piense, sienta y se relacione según estos rasgos.

Además, el trastorno, deja latente, ideas delirantes acerca de la autoimagen, manteniendo una elevada autoconfianza y una búsqueda incesante por las alabanzas ajenas, justificando cualquier comportamiento, con la necesidad de ser considerado importante.

Es evidente que estos rasgos de personalidad, se van formando desde la adolescencia, pues las experiencias y ciertos déficits emocionales, hacen mella en él y en su estructura de personalidad. Seguramente, presentaba un gran deterioro en su autoestima lo que le llevó a generar esos comportamientos socialmente inadecuados, con el fin de paliar esa baja autoestima y conseguir sentirse bien consigo mismo.

También se ha hablado del padecimiento de un trastorno megalomaníaco, que se puede entender como una tendencia a la sobreestimulación de las propias capacidades y la influencia que tiene sobre el resto de la población. Este trastorno, queda incluido en el trastorno narcisista de la personalidad y no presenta en la DSM-V, un apartado en sí mismo, por lo que se debe considerar como sintomatología y no como un trastorno.

Una persona con esta característica, creerá que tiene más poder que cualquier otra persona en su situación. Entre las características más habituales, nos encontramos que tienden a comportarse como si tuviesen un poder permanente, lo que puede generar grandes conflictos interpersonales. Dichos problemas no los asume como errores, sino todo lo contrario, externaliza la culpa en los demás.

Además, estas personalidades llegan a ser cansinas, pues de manera constante intentan idealizarse y verbalizar hechos que le hagan ser valorado. Su necesidad de logro es tal, que llegan a utilizar a cualquier persona, con el fin de conseguir sus objetivos, sin percatarse, ni atender a la empatía.

Teniendo en cuenta estos dos diagnósticos, queda claro que su capacidad de hacer, no está mermada, de manera completa, pues sus actos son conscientes y los ejecuta de tal manera, para conseguir sus objetivos. Por otra parte, en cuanto a su capacidad cognitiva, es decir, de entender la gravedad de sus actos, consideramos que puede que exista una afectación mínima, debido a la idea delirante y continua de grandeza, por lo que esa necesidad imperiosa de conseguir un estatus, minimiza el análisis de las posibles consecuencias.