En estos momentos, estamos viviendo grandes catástrofes meteorológicas que ocasionan espantosos desastres materiales y personales. Nuestro país, y en concreto las Islas Baleares están experimentando situaciones que están dejando huella en cada habitante, es la ocasión de tener empatía hacia sus habitantes.

Las imágenes son estremecedoras y desgarra ver a personas con sus hogares destrozados, llenos de lodo. En este sentido, ¿dónde queda la empatía? Es sorprendente reconocer que, de manera habitual, cualquier persona, en nuestra sociedad, tiende a intentar solventar sus problemas, obviando las problemáticas del ajeno.

La realidad es que esto no ocurre cuando hay situaciones de crisis, donde las personas se apoyan unas a otras, comprendiendo y apoyando en todo lo que esté a su alcance. Desde la psicología, es emoci9nante contemplar como las personas ayudan de manera desinteresada a que el otro, pueda reconducir su vida. Esto es lo que está ocurriendo en Mallorca, miles de personas se funde en la labor de limpieza, de apoyo emocional a quien lo necesita.

Por ello, consideramos la empatía como una de las intervenciones sociales más importantes en las situaciones de crisis, pues la empatía no es sino el entendimiento de la realidad emocional de otra persona.

Podríamos decir que gracias a esa capacidad de empatía y de ayuda, muchas personas han podido sobrevivir a las inundaciones, ya que numerosas personas se han lanzado a la riada para salvar a otros, poniendo en riesgo sus propias vidas. Ante esto, podríamos plantearnos la pregunta ¿la sociedad es tan egoísta como se promulga habitualmente? O quizás, deberíamos reflexionar y ser conscientes de que cuando se nos necesita, navegamos todos en un mismo sentido.

Por otra parte, debemos mencionar la parte fisiológica de estas situaciones, es decir, cuando observamos o nos cuentan cualquier situación de sufrimiento, nuestro cerebro activa regiones que adolecen a la creación del mapa mental de la situación, por lo que entendemos el estado emocional del prójimo, de tal forma que nuestro cerebro simula esa experiencia negativa. Cuando se genera la empatía, de manera ligada, aparece la compasión. A través de la compasión, nos sentimos proactivos para ayudar, apareciendo sentimientos positivos hacia aquella persona.

En definitiva, toda persona sana clínicamente, posee esta capacidad de generar empatía y compasión, puede que unos lo tengan más fomentado que otros, pero de igual modo, posee esa formación cerebral y ese sentimiento que nos impulsa a ayudar.