En momentos de confinamiento es de suma importancia, realizar algo que puede resultar banal, pero es al contrario, son los elementos imprescindibles para mantener la salud mental durante la crisis, intacta.

¿Cuáles son las actividades o rutinas que debemos seguir para mantener la salud mental durante la crisis del COVID-19?

El primer paso que deberemos dar es crear unas rutinas bien establecidas, marcando unos horarios para despertarse y acostarse y diferenciando los días de diarios a los fines de semana, mantener unas rutinas de alimentación, desayuno, comida y cena además de fruta entre horas. Es elemental, organizar la zona de trabajo y la zona de relax, aunque sea todo en la misma habitación, recoge las cosas para no verlo durante el día.

Cuando finalicemos el trabajo, se debe desconectar y realizar actividades que hagas normalmente. En este sentido, debemos continuar con las rutinas de ejercicio que hacíamos habitualmente. Tan solo debemos amoldar las rutinas al entorno, lo único que  cambia es el espacio físico.

Además de  la palabra rutina, es relevante seguir distintas medidas, como por ejemplo, repartir las tareas  del hogar, pactar una actividad para realizar con familiares y respetar el tiempo íntimo de cada persona. En la convivencia, es importante el diálogo y la expresión de emociones, y en época de confinamiento esto es imprescindible, pues si tienes un mal día, es necesario hablarlo con las personas con las que convivas u otras personas.

Durante el confinamiento, es normal que se experimenten emociones  negativas, como miedo, tristeza, enfado, confusión, ansiedad, etc. Lo importante es que las identifiques, las aceptes como algo normal y te permitas mantener ese estado en un tiempo prudencial. Si persisten, pide ayuda psicológica.

Llevamos mucho tiempo de confinamiento, por ello, es un buen momento para marcarse objetivos en la cuarentena, los objetivos deben ser personales (algo que realmente quieras y no venga impuesto por nadie), realistas, es decir que podamos cumplirlo en un plazo de tiempo estimado, divisibles, que puedan dividirse en submetas  o pasos para conseguirlo, y medibles, es decir, que podamos comprobar que lo hemos conseguido o lo que nos hace  falta  para ello. Estos objetivos tienen que ser, a corto plazo (tareas del día  a día), a medio plazo (tareas que puedo ir anticipando o preparando cuando salgamos de casa) y a largo plazo (planes futuros).