La mediación familiar con menores es un procedimiento extrajudicial establecido desde la década de los 70 para la resolución de conflictos.

Siendo un instrumento de gran trascendencia social y jurídica, su desarrollo, responde a las necesidades de mejorar el acceso a la justicia como apuesta política de la Unión europea.
En derecho de familia, la mediación familiar ayuda a los progenitores que buscan soluciones a problemas familiares complejos en caso de custodia. Es decir, la mediación familiar devuelve al padre y madre el poder de la decisión sobre la resolución de la crisis conyugal favoreciendo soluciones de mutuo acuerdo.

El objetivo primordial es que ambos progenitores comprendan las necesidades de sus hijos y se comprometan a seguir unas pautas que se establecen para salvaguardar el bienestar de los menores y sus necesidades. Se debe prestar atención a la comunicación activa, entendiendo esta como la escucha del otro progenitor sin contestar de forma agresiva sino asertiva, llegando a puntos y nexos de unión entre ambos. Además, se logra reducir el conflicto entre progenitores, aumentar la conciliación y la cooperación e incrementar la conciencia sobre los efectos negativos del conflicto parental y la influencia de los mismos sobre los menores en los ámbitos personal, emocional, social y escolar.

La mediación familiar puede darse con la inclusión de los menores en dicha mediación o sin ella. Debemos ser cautos en la inclusión, pues se debe tratar con suma delicadeza para no
desestabilizar a los menores y provocar consecuencias negativas para los mismos.

    De acuerdo con Nelly (2004): parece necesario un enfoque múltiple en el ámbito se la intervención de los menores:

  • En función de las variables y circunstancias que ocurren en la disolución de la pareja, será preciso diseñar un tipo de intervención, en el cual, el método elegido cumpla determinadas condiciones particulares adoptadas al caso concreto. Se parte de la base de que la mediación familiar, es un proceso de transformación estructurante, que tiene que considerar la opinión del menor, adecuado a la edad del mismo.
  • Los adolescentes en la etapa del desarrollo y de transición a la edad adulta, precisan del apoyo parental, como sus referentes adultos. Los progenitores, entre otras cuestiones, han de ayudar al adolescente, en el adecuado balance entre su necesidad de independencia y su necesidad de formar parte activa de su familia. Este objetivo requiere compartir tiempo y disponibilidad en la relación paternofilial, para proporcionarles habilidades que puedan utilizar posteriormente como adultos.

    Las reglas compartidas por ambos progenitores deben ser claras, y los planes de parentalidad han de incluir los cambios necesarios en función de la edad de los menores. Es aconsejable incluirlos en la mediación familiar siempre que sea posible para tener en cuenta sus opiniones.

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