Últimamente, la sociedad ha ido teniendo conocimiento de “la trata de blancas”. La mayoría de mujeres que se encuentran en esta situación, buscan migrar de sus países y son engañadas con falsas promesas sobre el trabajo, el destino y sobre las condiciones de vida.

Nos solemos preguntar, ¿cómo consiguen reclutar a mujeres?. Pues bien, las personas partícipes de esta red de maltrato, se aprovechan de la necesidad de las mujeres y de su confianza, brindándoles posibles trabajos en el extranjero a través de agencias de reclutamiento de trabajadores.

Haciendo uso de su falsa generosidad, les ofrecen un préstamo para tramitar el viaje y todo queda en eso, una falsa generosidad, pues este es el momento de la creación de la deuda permanente con ellos.

El engaño es una palabra que llevan consigo todas las mujeres víctimas de estos hechos. Este engaño va parejo con las formas de control que tienen los captores sobre ellas. Las formas de control que se llevan a cabo son la privación de libertad, incomunicándolas en lugares donde desconocen el idioma, quitándolas el pasaporte, controlando lo que hablan en cada momento, les inducen al consumo de alcohol y drogas y utilizan la violencia física y psicológica.

Esta violencia ejercida va acompañada de amenazas, amenazan con hacer daño a sus familiares o incluso matarles.

Las víctimas de la trata pueden tener múltiples consecuencias psicológicas, provocados por esa situación de daño continuado que estas personas han sufrido. Cuando hablamos de daño, no nos referimos sólo a daño físico, sino al miedo que tienen y al instinto de supervivencia desorbitado que generan, viéndose obligadas a ocultar bajo una sonrisa sus verdaderos sentimientos y emociones.

El daño infringido no sólo permanece en ellas durante la explotación sino que perduran en el tiempo y aflora en su vida posterior. Podríamos hablar de consecuencias como pérdida de memoria, producto del estrés postraumático, mostrar un comportamiento agresivo con un rechazo social debido a la desconfianza, así como miedo intenso y desesperanza, producto del abuso de los agresores.

Por otra parte, fruto de la ansiedad generada sobre las víctimas, pueden llegar a tener reacciones como insomnio, palpitaciones intensas e incluso pueden llegar a desarrollar enfermedades psicosomáticas.

Por todo esto, las personas víctimas de trata, hacen el viaje más caro de sus vidas, no solo por el dinero que se supone que tiene que devolver a los agresores, sino por el coste emocional que supone. Podemos ayudaros a superarlo si habéis estado bajo estos terribles actos, no dudéis en poneros en contacto con nosotras.