¿Por qué los menores cometen delitos? Debemos reflexionar sobre los factores que propician conductas antisociales en los menores y les llevan a la delincuencia juvenil, y con ello conseguir una prevención óptima.
En primer lugar, tenemos que considerar la importancia de la familia en cuanto al normal desarrollo de los niños y jóvenes. Sin duda alguna, juega un papel relevante en el proceso de socialización, por lo que incide en los comportamientos de los menores.
Aumentará el riesgo de delincuencia juvenil y comportamientos desviados si existe:
- Falta de supervisión o control de los padres: Supervisar consiste en saber qué hace el menor dentro y fuera de casa. A medida que los niños van creciendo es necesario que los padres ejerzan un cierto grado de control sobre sus actividades, modificándolo en relación con las experiencias, las capacidades y el grado de madurez de los mismos, de tal forma que aprendan a asumir responsabilidades, pero sin correr riesgos ni sufrir daños.
- Actitudes crueles, pasivas y negligentes de los padres con los hijos: entendiéndolo como violencia de padres contra hijos. En estos supuestos, los padres muestran unos sentimientos negativos, hostiles o crueles hacia el niño, que en su forma más extrema lleva al abuso psicológico del niño, a través del cual éste es humillado, atormentado y denigrado sistemáticamente, lo que se puede manifestar a través de una tendencia irracional a culpabilizar automáticamente al niño de los problemas, dificultades o fracasos de la familia; atribuir al niño características negativas, denigrarle como persona, tratarle injustamente y castigarle severamente.En aquellos casos en los que los padres tienen un comportamiento violento, mediante frecuentes y duros castigos físicos (sin motivo aparente o por verdaderas nimiedades), los niños aprenderán que remedio les queda, si no han visto otro tipo de actitud que la violencia representa una medida eficaz para resolver conflictos.3. Disciplina férrea: El exceso en la disciplina y la rigidez en las relaciones familiares, junto al uso excesivo del castigo (incluso físico) en la educación de los niños y adolescentes, suele llevar a una situación de tensión dentro de la familia en la que los niños desarrollan una agresividad latente contra sus progenitores, que al no poder sacar a la luz dentro de casa, tienen necesariamente que exponer en sus relaciones con los demás, teniendo un comportamiento agresivo, que en un futuro desarrollarán con sus propios hijos. 4. Falta de comunicación entre padres e hijos: Esto implica una desatención de los padres para con sus hijos, lo que conlleva un desconocimiento de las actividades que realiza, los lugares que frecuenta, los amigos con los que sale, etc., lo que dará lugar a que sea imposible prever por parte de los padres, posibles conductas problemáticas o delincuenciales cometidas por los hijos.
Un posible factor de riesgo lo constituye también una comunicación familiar deteriorada, en la que los mensajes entre padres e hijos son confusos y contradictorios, se produce una marcada tendencia a hablar a nadie en particular sin responder a lo que ha dicho otro miembro de la familia, disputas infructuosas que no lleva a ninguna parte, o el rechazo o negativa como respuesta a los problemas y conflictos familiares.
5. Carencias afectivas: La ausencia de cariño se caracteriza por un fracaso a la hora de resaltar las cualidades o logros del niño positivamente o con orgullo por una incapacidad de demostrar afecto y cariño hacia sus propios hijos. Las carencias afectivas de carácter absoluto (indiferencia, frialdad, actitud egoísta o incapacidad de amar de los progenitores) conducen a un deterioro integral de la personalidad del niño, buscando de manera continuada la aceptación del resto, buscando los halagos y realizando conductas para conseguir aumentar su autoestima.
6. El fracaso escolar: las negativas experiencias en el ámbito escolar y sus bajos resultados propician que los menores necesiten y busquen la atención de sus iguales y los adultos con otras conductas, en este caso delictivas. La frustración por la no consecución de objetivos y la insatisfacción de los adultos, además de los mensajes negativos contribuyen a debilitar la personalidad del menor y de esta manera busque herramientas para aumentarla.
7. Las amistades: La adolescencia es la etapa en la que las personas que se caracterizan por la búsqueda de la propia identidad, lo que implica la adquisición de la independencia emocional y personal frente a los padres y adultos en general, impregnando a la mayoría de sus acciones un halo de rebeldía e incomprensión frente a los adultos. En esta situación, la influencia y aceptación de los amigos y compañeros de la misma edad suele ser más importante para los adolescentes, que la que puedan ejercer sus padres en casa y sus profesores en el colegio. De ahí que los jóvenes tiendan a unirse entre sí, creando sus propias subculturas, con lenguajes, comportamientos y valores que les distingan y diferencien de los adultos.
Entro otros factores, debemos mencionar la propia juventud, la manera impulsiva de reaccionar sin dar lugar a la reflexión, la insuficiente percepción de la realidad, la escasa habilidad para las relaciones sociales, la reacción impulsiva, agresiva y destructiva ante sensaciones depresivas, personalidad débil y la necesidad de ser admirado por los demás.
Por todo esto, es imprescindible la prevención desde el hogar y la escuela para que los menores se desarrollen de forma adecuada, sin tener limitaciones, ni problemáticas en su desarrollo personal y social. Si este tipo de prevención se queda corta y fuese necesaria la ayuda de profesionales, no dudes en contactar con nosotras.
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