La fiesta, se trata de un rito social, compartido entre un grupo de personas, donde se marca un cierto acontecimiento a modo de celebración. Cada uno de los participantes adopta un rol para la diversión y por lo general es descontracturado y desinhibido.
Esto está íntimamente relacionado con el hecho de que el comportamiento humano, se ve alterado cuando las personas estamos en grupo. En estos momentos de interacción social se ve más potenciada la identidad de grupo que la propia identidad personal y por lo tanto aumenta la influencia del grupo en los comportamientos individuales.
Esto se ha visto reflejado a lo largo de los años en situaciones tan cotidianas en las que por ejemplo, si uno de los componentes del grupo, o de los líderes, toma una copa, los otros también lo harán solo por sentirse integrados socialmente y pertenecer al grupo. Lo mismo ocurre con las drogas como el tabaco u otras sustancias.
En los casos de agresiones sexuales que se han ido conociendo a lo largo de estos meses, el factor grupal tiene un peso importante en la mayoría de ellas, al cual se le suma la ingesta de alcohol y otras sustancias, propias de las fiestas o grandes aglomeraciones.
Esto no justifica en ningún caso el desarrollo de estas situaciones, agresiones o comportamientos machistas, pero si bien es cierto que son unos buenos predictores de dichas conductas.
Cuando un grupo de amigos se encuentra en una situación social agradable, desinhibidos, con muy poco control y con el deseo incesante de conocer personas del otro sexo, como son consideradas por ejemplo las grandes fiestas de las ciudades o los pueblos, pueden llegar a cometer acciones que ellos, individualmente, no realizarían; esto se ve acrecentado además, por el aumento de apetito sexual que genera el consumo de alcohol en determinadas dosis.
Refiriéndonos concretamente a los hechos ocurridos el pasado mes de Julio en las conocidas fiestas de los Sanfermines, hacemos referencia a que las agresiones sexuales y comportamientos machistas provenientes de los jóvenes, se han ido normalizando a medida que se han ido conociendo imágenes y situaciones del mismo estilo años anteriores. Con esto, ese tipo de situaciones se va asimilando como comportamientos normales en dichas fiestas, como un tipo de diversión, y no como comportamientos dignos de sanción o pena. Esta normalización da lugar a que cuando las víctimas dicen “NO” al posible agresor, éstos o éste se ve rechazado y humillado y con el derecho de insultar, atacar, humillar a la mujer como si fuese de su propiedad y como si la única opción posible ante él fuese un “SI”.
No obstante es importante tener en cuenta que, el hecho de que el número de denuncias haya crecido, no quiere decir que las denuncias sean más, sino que la concienciación de la sociedad acerca de las agresiones sexuales, ha aumentado. Tal y como ocurre en nuestro país en las situaciones de violencia de género o en el acoso escolar, dichas situaciones existen desde hace muchos años, pero lo normal en estos caso era el silencio; la creencia de que la situación era normal y de que nadie podía ayudarte era lo que primaba. A día de hoy, gracias a campañas de información, sensibilización, prevención y actuación, las víctimas de agresiones sexuales conocen qué es lo que tienen que hacer y qué recursos existen para ayudarlas.
En España queda mucho campo que recorrer en cuanto a estas campañas de prevención e información, y hay que tener claro que lo más importante en estas situaciones es la información. Si los jóvenes no tienen información acerca de los recursos existentes, la situación seguirá manteniéndose como hasta ahora.
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