Cuando escuchamos o nos comunican que alguien, bien sea de nuestro entorno o noticias que escuchamos en el telediario, ha sufrido un accidente de tráfico, lo primero en lo que pensamos es en el daño físico qué ha sufrido esa persona; es decir, si estará bien, si podrá moverse, seguir caminando, etc. cuando los equipos sanitarios, nos informan que la victima o victimas están bien, parece que todos nos tranquilizamos y que las cosas volverán a la normalidad cuanto antes, pero ¿qué pasa con las secuelas psicológicas de un accidente de tráfico?
Pues efectivamente, dichas secuelas, son muy importantes como para no tenerlas en cuenta. Es un factor relevante, el hecho de cómo se ha producido el accidente, si íbamos conduciendo o si éramos el copiloto. Si a sido contra otro coche, o contra algún elemento de la carretera, si en el otro coche iban varias o una persona, cómo se encuentra, y si había menores. Todas estas variables son relevantes al a hora de hablar de las secuelas psicológicas.¿existen? ¿serán distintas en función de como haya sido el accidente?
Cualquier accidente, como su propio nombre indica, es algo repentino e inesperado, que afecta a la rutina de todo el que lo sufra. Estas características, provocan que la aceptación del mismo sea más difícil y costosa y que probablemente las secuelas psicológicas, sean graves.
Es importante que la víctima cuente con un buen apoyo familiar y social, dejando de lado las características del accidente en sí. Las víctimas, pueden padecer a corto, medio y largo plazo, sintomatología ansiosa, problemas de sueño, miedo, dificultad para concentrarse y poder trabajar o estudiar, sensación de indefensión, fobia a los coches, no solo a conducirlos sino a montar en ellos, o incluso otros medios de transporte que estén relacionados con el accidente, irritabilidad, hipervigilancia o respuestas exageradas de sobresalto. Toda esta sintomatología, puede considerarse normal durante las primeras semanas, y deben llamarnos la atención, si pasadas las 4-5 semanas tras el accidente, siguen presentes e incluso si han ido a más, puesto que puede ser que la persona haya desarrollado un trastorno por estrés postraumático.
El impacto emocional y las secuelas, como hemos mencionado anteriormente, no será el mismo en todas las personas y variará en función de las consecuencias, ambientales y sociales, que haya tenido el accidente en la victima. Por ejemplo, si en ese accidente la victima ha perdido a un ser querido, al ocurrir de manera repentina e inesperado, la superación y el duelo de esa pérdida, seguramente sea más complicado y las secuelas, más graves. A esto se le añaden las variables de implicación en el accidente, edad del fallecido, relación con la víctima, sensación de culpabilidad, etc.
Es importante prestar atención a las secuelas psicológicas, desde el primer momento en el que se tiene conocimiento del accidente y de los resultados médicos de la víctima. Una buena atención y tratamiento de las mismas, puede ahorrar sufrimiento a la victima y aportarle herramientas para una buena gestión del trauma y de las pérdidas ocurridas en el mismo.
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